Hoy ha sido uno de los días más extraños de los últimos meses.
Me he despertado cansada, más bien entumecida. Y eso a pesar de haber dormido más de lo que es habitual en mí; o quizás precisamente por eso. Aunque ayer me costó mucho coinciliar el sueño, había algo que me molestaba. Y por primera vez en bastante tiempo no tenía nada que ver mis propias rayadas mentales, que son numerosas. Dos personas que son queridas para mí terminaron ayer la relación de pareja que mantenían. Y, he de decir, era algo que esperaba hace tiempo. No porque les deseara ningún mal, ni mucho menos. Simplemente tenían caracteres opuestos.
Sin embargo era una pareja que, a simple vista, era casi perfecta. Se querían (se quieren aún, supongo), se abrazaban, se decían cosas bonitas, se preocupaban la una por la otra... Todo eso que haces cuando tienes 'alguien especial'. No tenían problemas, no tenían discusiones, no tenían desacuerdos... o eso parecía visto desde fuera.
Ayer hice mi papel de confidente, y de juez. Ambas partes me contaron su visión del problema por separado y he de decir que, como suele pasar en estos casos, no tenía nada que ver una historia con la otra. ¿Cómo puede confundirse tanto una misma situación? Las personas somos seres trasgiversadores, aún si quererlo. Nuestras situaciones, sentimientos, nos hacen desfigurar muchas veces una realidad que es sencilla y convertirla en el peor de los problemas. Lo único que acerté a pensar sobre la situación fue un: '¡Si se les veía tan bien!'
Tras tener que aguantar todo lo que supone una ruptura, que una de las dos partes llevó peor que la otra, me quedé pensando: ¿qué ha fallado? Una pareja que parecía consolidada disuelta en un abrir y cerrar de ojos. Y fue precisamente eso, las apariencias. Parecían consolidadas, fuertes. Parecían indestructibles. Pero solo desde fuera. Las discusiones y los malos entendimientos dieron a traste con todo eso. Y no es la primera vez que veo que pasa.
Otro ejemplo sobre eso lo he tenido esta mañana. Al despertar mi hermana pequeña estaba jugando con mi otro hermano, riendo. Más tarde cuando he ido a buscarla a su cuarto estaba llorando. A mi, en mi infinita idiotez no se me ha ocurrido otra cosa que decirle 'pero si hace un momento estabas bien'. Su respuesta me dejó fría: 'No estaba bien, intentaba aparentarlo'.
Y no sé porque todo eso me llevó a pensar en el refrán español de 'Nunca juzgues un libro por su portada'. A eso solo puedo añadir una cosa: 'nunca pienses que alguien está bien porque esté sonriendo'.
12/3/12
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1 comentarios:
Me ha gustado mucho. La verdad es que tienes mucha razón...
Igualmente, en la parte de pareja, es muy dificil, los roces, los caracteres diferentes, hay que tener mucha mano izquierda (y hablar hasta las cosas más pequeñas que te molestan) para que no se haga todo una bola inmensa y te acabe aplastando...
Los sentimientos, a veces, no son suficientes desgraciadamente.
Y nada... no te comas tanto el coco, vale?
(:
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