Recuerdo el whisky atravesando mi garganta. Quemándola, como abrasan las palabras entrecruzadas.
Pero habla, no está prohibido.
Yo lo sé y tú te estás dando cuenta. Quiero aún más, y eso es muy jodido.
Si ves que sana la herida, golpéala. Que jamás cicatrice, que arroje sangre fresca. Su dolor y recuerdo vive en la raíz del llanto.
Si se arranca a volar, gritale a voces su culpa: ¡que recuerde!
Si sus palabras crecen como flores nuevamente arrójale pullas de barro. Talad, talad. Que no despegue el oído de su oprimida música.
Si tiene el corazón de viento llénaselo de piedras, húndele la rodilla sobre el pecho. Que reviva la falta de oxígeno en sus pulmones.
Y, así, que recuerde. Que recuerde aquella noche a la que nunca quise poner fin.
Ps. Este escrito estaba entre borradores. Es de principios de Diciembre y no recuerdo haberlo escrito... pero me gusta.
10/3/12
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Dame fuerzas, Libertad, para hacer uso de tí con moderación y esmero. Dame ánimos, Verdad, para abanderarte hasta en tu último proyecto.