Ha caído una estrella, y hace frío. Aún si es verano, un escalofrío recorre mi espalda mientras trepo por para encaramarme al tejado. Veo el cielo ahogado en puntos que me bañan con su luz. Su regalo me parece sombrío a estas horas. A lo lejos escucho maullar a ese gato que se ha vuelto asiduo a mis escapadas. He de decir que me recuerda irremediablemente a tí. Tan arisco e independiente; cuando voy a buscarlo desaparece entre bufidos escondiéndose entre los recovecos más lejanos. Es cuando dejo de prestarle atención cuando se acerca, mimoso, ronroneando como una clase de reclamo. Me resulta muy gracioso ver como se retuerce pidiendo en silencio ese tazón del leche al que le he malacostumbrado. Cuando lo veo comer tan complacido me siento menos sola. También menos apegada a todo. Muchas veces fantaseo con lo fácil y divertido que sería ser un gato más. Entonces vuelve a hacer presa de mí ese sentimiento tan amargo y me viene a la mente esa frase que me dijeron una vez: 'Eres una auténtica hija de la noche'. Y, si eso es cierto, la soledad es la princesa de la noche. La acerba e inseparable compañía de los noctámbulos.
21/7/11
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)



0 comentarios:
Publicar un comentario
Dame fuerzas, Libertad, para hacer uso de tí con moderación y esmero. Dame ánimos, Verdad, para abanderarte hasta en tu último proyecto.