19/3/14
28/11/13
Sueño de futuro.
Aún no podía creerme que me hubiera
perdido eso. Mientras subía de forma atropellada por las escaleras
sentía como el corazón quería salirse por mi boca. Podría haber
cogido el ascensor, pero estaba demasiado nerviosa para esperar. Los
pies me ardían de la fuerza de cada una de mis pisadas contra el
suelo. Recorrí el pasillo de la tercera planta casi de forma
desesperada, buscando sin acierto entre las puertas entreabiertas.
Sabía cual era la habitación que buscaba, pero mi cabeza
martilleaba con tanta fuerza que temía que me estuviera engañando.
Cuando llegué a la que la recepcionista me había indicado me quedé
allí, clavada, durante un largo rato. Escuchaba murmullos en el
interior, pero mi cuerpo se negaba a reaccionar. Respiré hondo y
alargué la mano, viendo como temblaba, hacia el picaporte. Lo
primero que vi fue a mi madre dedicándome una mirada reprobadora.
Intenté sonreír, pero estaba tan tensa que mis labios apenas
pudieron mostrar una mueca.
-Llegas tarde -sentenció, como si yo
no lo supiera.
Hizo un gesto hacia el interior de la
habitación, invitándome. Mi intención era contestarle, pero mi
garganta enmudeció al verla a ella. Su cara reflejaba un gran
cansancio, pero estaba radiante. Sus labios se curvaron en una suave
sonrisa cuando me vio.
-Llegas tarde -repitió, aunque de su
boca se me antojaba irresistiblemente dulce.
-Lo siento- atiné a contestar,
sentándome en el borde de la cama.
Acaricié con cariño su mejilla,
notando como cerraba los ojos para sentir mejor el roce . Me sentí
extrañamente bipolar en ese momento: estaba feliz de verla, de estar
por fin con ella y de que todo hubiera salido bien; también me
sentía horriblemente culpable por no haber estado a su lado. El
contacto de su mano sobre la mía me sacó de mis divagaciones.
-Tranquila -la escuché susurrar,
mientras apretaba mi mano. Y, como si pudiera leer mis pensamientos,
añadió:- lo importante es que has llegado.
Sin pensármelo dos veces me incliné
hacia ella, cubriendo sus labios con los míos en un tierno beso.
-Siento molestar -interrumpió una voz,
joven y suave. Tímida. Al mirar pude comprobar que se trataba de una
enfermera-. Pensé que querríais añadir algo más a esta bonita
imagen.
Salté de la cama como si sus palabras
activaran algún tipo de resorte, dejando espacio para entregarle lo
que tenía en brazos.
-Enhorabuena- murmuró, sonriendo de
forma inocente antes de marcharse.
Pero, a decir verdad, yo ya no la
escuchaba. Mi bebé, nuestro bebé, se removía balbueando y peleando
en los brazos de su madre. Me dolía el pecho, tanto que por un
momento pensé que era cierto eso que decían sobre que se podía
morir de felicidad.
-Mira, se parece a tí -escuché
bromear de lejos a ella, mientras el bebé jugueteaba con su dedo.
Sonreí de forma bobalicona, sentándome
a su lado. El tacto de su piel cuando acaricié aquella pequeña
manita me maravilló. Podía jurar que era la escena más bonita del
mundo; podía jurar que era el momento más feliz de mi vida. Y solo
era el comienzo. Era una familia, mi familia. Y haría lo necesario
para hacerla feliz a ella y, por supuesto , a la pequeña criatura
que se removía en su pecho.
16/9/13
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